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La precariedad es tabú

El baile de cargos directivos con cada cambio de gobierno, es algo a lo que lamentablemente ya estamos acostumbrados en Sanidad, como en otras áreas del servicio público. Esta politización de un sistema que no debería estar regido por partidismos o ideologías, si no por la Ciencia, se ha llevado una vez más al extremo con el expediente abierto por el Colegio Oficial de Médicos de Segovia contra Mónica Lalanda.

Quejarse en público de las cosas que no funcionan está penado.


Lamentablemente todos hemos vivido situaciones parecidas. Cuántas veces nos hemos preguntado lo fácil que sería solventar deficiencias en nuestros puestos de trabajo con una simple aparición en prensa. Cuando fallan los canales oficiales y las soluciones llegan únicamente si se ejerce presión mediática, el sistema pierde credibilidad.

Mónica Lalanda, decidió dimitir después de dos meses esperando respuesta a sus reclamaciones oficiales. Dejó su trabajo de ocho años como médico de Urgencias en el Hospital General de Segovia ante la merma de recursos (sobre todo humanos). Dejó su trabajo quemada, agotada de luchar contra un gigante con la sensación de no recibir más apoyo que el de sus compañeros, de ser ignorada por sus superiores; sintiéndose abandonada y temiendo por el futuro de los pacientes.

Decidió contar su historia unos meses después. El artículo se difundió entre quienes leemos habitualmente la blogocosa sanitaria en español, y tras unos días quedó en el archivo. Una más de tantas historias reales en las que fantásticos profesionales se rinden ante un terco sistema inmovilista (salvo honrosas excepciones), que desde hace años no busca mejorar, ni avanzar, simplemente ser eficiente a toda costa.

La política del silencio a través del miedo.


Todo habría quedado ahí de no ser porque hace dos semanas, de forma incomprensible el Colegio de Médicos de Segovia optó por la vía de la censura. Aparentemente el jefe del Servicio de Urgencias, criticado por la Dra. Lalanda, apoyado por 12 médicos había presentado una denuncia ante el órgano colegial al sentirse despreciados y humillados por esta crítica.

Y resulta cuanto menos curioso que la mitad de sus antiguos compañeros hayan decidido denunciarla cuando todo lo que leemos en su artículo original (y en su respuesta a la aparición en prensa del gerente) son halagos hacia el personal:
  • • "He renunciado a trabajar con excelentes profesionales"
  • • "rompo una lanza por mis colegas del servicio de urgencias"
  • • "mis compañeros a nivel individual se dejan la piel"

Tan solo una frase, anónima, sin acusaciones directas, podría dar haberle sentado a alguno. Mónica se refería a "un sistema con médicos de primera que viven a costa de médicos de segunda". Una frase ambigua, que puede tener varias interpretaciones, pero parece que para 12 de sus antiguos colegas el significado estaba claro. Se consideran a sí mismos como los listillos del sistema.

No es la primera vez que se censura al crítico.


Todos recordamos el cese de la enfermera Goretti Pacheco de su cargo tras reclamar respuestas al Consejero. Ante el desabastecimiento de vacunas dTpa y la absoluta falta de información sobre las fechas de entrega, esta enfermera pidió explicaciones que nunca llegaron. De este modo decidió preguntar al consejero vía Twitter, quien pidió disculpas. Tuvo que dejar su puesto 18 días después. Y la única respuesta del Consejero fue "no es mi responsabilidad".

Y les ha pasado a otros, porque para defenderse de las críticas justificadas el gigante sí se despierta. Cuando toca apartar de un manotazo al individuo crítico, la máquina burocrática empieza a funcionar.

Así se expedienta a médicos molestos por facilitar a sus pacientes una atención integral dentro del propio hospital, sin obtener beneficio. Otros referentes a nivel estatal, como el oftalmólogo infantil José Abelairas que fue expedientado por incordiar al Ministro, por mucho que una auditoría de la propia Comunidad de Madrid le haya dado la razón. Caso parecido fue el de la ya ex-jefa de Urgencias del Hospital del Escorial Esther Mora.

Ni será la última.


Médicos críticos con el sistema ha habido siempre. Véase el movimiento abanderado por el médico de Urgencias Jesús Candel, más conocido como Spiriman, en su cruzada contra los recortes y el proceso de reorganización que pretende distribuir las especialidades sanitarias en tres centros separados. [ironía] Un magnífico trabajo de gestión basado en la atención multidisciplinar y con el paciente como eje del sistema [/ironía].

El problema es que la mayoría, ante la presión y el inmovilismo decide marcharse de su puesto, muchos de ellos al extranjero. Para ser exactos 3200 médicos realizaron trámites para salir de España en 2016. Basta decir que en el año 2008 fueron 675 médicos los que hicieron las maletas (casi cinco veces menos).

Porque pocos tienen el valor de lanzarse contra el gigante, sobre todo cuando éste te amenaza con inhabilitarte para ejercer tu profesión durante meses, si no años. Por eso, y por nuestra dignidad profesional no nos queda más que mostrar nuestro apoyo a Mónica y a todos los demás que han tenido el valor de mostrarse críticos con los déficits de un sistema que nunca será perfecto, pero no hace más que empobrecerse cuando se niega a escuchar y a buscar soluciones; imponiendo una ley del silencio.

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