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La telemedicina se inventó en 1925


El retrofuturismo, nació de la fusión entre la estética clásica y la tecnología moderna a principios del siglo XX. Concretamente los años 1920s fueron increíbles en el avance de las telecomunicaciones, con la popularización de la radio, la aparición de las películas sonorizadas y las primeras televisiones.

En España los grandes inventos de TBO seguían esta misma temática retrofuturista

Las personas que vivieron en aquella época, como la generación que vivió los inicios de Internet, fue consciente de aquellos cambios y se divirtieron pensando cómo afectarían al futuro. Uno de ellos fue Hugo Gernsback.

El inventor de la telemedicina

Gernsback fue un pionero en radio y medios de publicación, siempre a la vanguardia del desarrollo de tecnológico, le gustaba explorar los límites de lo que se podría conseguir en un futuro cargado de tecnología.

En 1905, todavía viviendo en su Alemania natal, creó un negocio de venta de equipos de radio por correo, un dispositivo que él mismo había diseñado y que costaba el equivalente a unos 170€ de hoy en día. Tras su migración a los Estados Unidos de América, creó la primera tienda de radios de Nueva York y unos años más tarde creó su segunda revista, que se llamaría Science and Invention.

Fue en la publicación de febrero de 1925 de su revista Science and Invention donde Gernsback presentaría por primera vez un concepto innovador. En un artículo que combinaba su fascinación por el futuro de la radio y las comunicaciones, predijo para 1975 un dispositivo que todavía no vemos en ninguna casa a día de hoy, pero que haría las delicias de muchos médicos.

El teledáctilo era la apuesta de Gernsback. Un dispositivo que permitía al médico no sólo ver, pero también tocar a sus pacientes a distancia gracias a unos pequeños brazos robóticos. Acababa de predecir la telemedicina con un pequeño giro inesperado que todavía hoy no hemos sido capaces de reproducir.

El Teledáctilo (tele, lejos; dactilar, dedos — del griego) es un futuro instrumento mediante el que será posible para nosotros "sentir a distancia". Esta idea no es para nada imposible, el instrumento puede ser construido hoy con los medios de que ya disponemos [...] El médico del futuro, por medio de este instrumento, será capaz de sentir a su paciente como si estuviese junto a él. El doctor manipula sus controles que reproducen exactamente los mismos movimientos en la habitación del paciente. El paciente ve lo que está pasando en la habitación del paciente mediante una pantalla de televisión.


Resulta muy interesante que imaginase el teledáctilo, no sólo como una herramienta de manipulación de objetos a distancia, si no que tuviese también la capacidad de transmitir información en ambos sentidos, dando al médico una impresión del tacto. Pero además lo imaginó como un dispositivo que transmitía la sensación de calor y los sonidos.

Con precisión continuaba describiendo :

Conforme nuestra civilización progresa será más y más necesario actuar a distancia. En vez de visitar a nuestros amigos, ahora les llamamos por teléfono. En vez de ir a un concierto lo escuchamos por la radio. Pronto mediante la televisión, podremos quedarnos en casa y ver una representación teatral, escuchándola y viéndola. Esto, sin embargo, está lejos de lo necesario. Conforme progresamos, encontramos que nuestras tareas se multiplican y tenemos cada vez menos tiempo para transportarnos para realizar transacciones de negocios, divertirnos y demás.

El ocupado doctor, de dentro de cincuenta años, no será capaz de visitar a sus pacientes como lo hace ahora. Toma demasiado tiempo y sólo puede, en el mejor de los casos ver a unos pocos pacientes al día. Mientras que los servicios de un gran doctor son tan importantes que nunca debería dejar su consulta, por otro lado sus pacientes no pueden siempre desplazarse. Aquí es donde el teledáctilo y el diagnóstico por radio entra en juego.

Esta idea de telemedicina resurgió en los años 1990s con la popularización de Internet y la podemos ver en anuncios de la época como los realizados por las compañías de telecomunicaciones AT&T y Pacific Bell.


Hugo, la rata

Como elemento curioso, Hugo Gernsback, que tan acertadamente predijo la llegada de la telemedicina, era también según sus coetáneos un avaro sin remedio. Además de hacer quebrar varias de sus empresas con oscuros intereses, malpagaba malpagar a sus empleados, cuando lo hacía. Por ello el gran autor de ficción HP Lovecraft le apodó "Hugo el Rata".

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