Apple Sleep Score: ¿Cuánto vale tu descanso?
En septiembre de 2025, Apple dio un paso más en el seguimiento del sueño con el lanzamiento de Sleep Score, una función que asigna una puntuación de 0 a 100 a la calidad del descanso. A diferencia del análisis gráfico previo del Apple Watch, esta nueva herramienta simplifica la información en tres parámetros clave :
🕒 Duración del sueño (hasta 50 puntos)
⏰ Regularidad horaria (hasta 30 puntos)
🌙 Interrupciones nocturnas (hasta 20 puntos)
¿Qué lo hace diferente?
Apple apostó por la simplicidad: tres métricas frente a las 6–10 que usan dispositivos como el Oura Ring o algunos relojes Android. El Watch utiliza sensores como acelerómetro, fotopletismografía, temperatura cutánea y respiración para calcular el índice. Aunque ya detectaba fases de sueño desde 2022, la puntuación se basa sobre todo en movimiento y horarios.
El algoritmo fue entrenado con más de 5 millones de noches del Apple Heart and Movement Study. Logró una sensibilidad del 97,9 % para detectar sueño, aunque solo un 75 % para identificar correctamente la vigilia. Esto es común en dispositivos actigráficos, que tienden a confundir la quietud con el sueño. El coeficiente kappa de 0,63 indica una concordancia aceptable, aunque lejos del estándar de la polisomnografía.
Democratización del sueño cuantificado
Más allá de la tecnología, lo revolucionario es su alcance. En 2024, el mercado de dispositivos de sueño alcanzó los 30.000 millones de dólares. Apple, con su enorme base de usuarios, ha contribuido a normalizar la idea de que el sueño puede medirse con un número.
Estudios comparativos muestran que el Apple Watch tiene una precisión moderada. Frente a la polisomnografía, el Series 8, Fitbit y Oura Ring superan el 95 % de sensibilidad para detectar sueño, aunque Oura destaca en la clasificación de fases. Apple tiende a sobreestimar el sueño ligero y profundo.
La gran limitación: sin electroencefalografía, estos dispositivos no miden el sueño directamente, sino que lo infieren. La duración total es bastante fiable (±15–20 minutos), pero las fases presentan errores. Por eso, la Academia Americana de Medicina del Sueño advierte que no deben usarse para diagnóstico o tratamiento, aunque sí pueden enriquecer la consulta clínica.
¿Sirven realmente estos datos?
Según una encuesta de la misma academia, el 68 % de los usuarios modificaron sus hábitos gracias a los rastreadores, y el 77 % los consideró útiles. Los beneficios incluyen:
Mayor conciencia sobre higiene del sueño
Identificación de patrones invisibles (como el efecto del café por la tarde)
Mejora del diálogo médico-paciente
A diferencia del polisomnograma, que registra una sola noche en condiciones artificiales, los dispositivos vestibles capturan semanas en entornos reales, lo que puede ser útil en terapias como la cognitivo-conductual para insomnio.
El riesgo de obsesionarse: ortosomnia
En 2017, se acuñó el término "ortosomnia" para describir la obsesión por dormir perfectamente según los datos del rastreador. Estos pacientes sufren ansiedad por las métricas, lo que genera síntomas similares al insomnio: dificultad para dormir, despertares frecuentes y fatiga.
Algunos casos muestran cómo esta obsesión complica el tratamiento. Por ejemplo, un paciente que dormía 7h45m se angustiaba por no llegar a 8h, atribuyendo su cansancio a una "mala calidad de sueño", cuando el problema era la ansiedad.
La paradoja es clara: intentar optimizar el sueño medido puede empeorar el sueño real. La ansiedad por rendimiento afecta especialmente a personas perfeccionistas o con ansiedad previa.
¿Qué pueden hacer los profesionales?
Cuando un paciente llega con su puntuación de sueño, el enfoque debe ser educativo y empático. Es clave:
Reconocer el interés del paciente
Explicar las limitaciones del dispositivo ("mide movimiento, no ondas cerebrales")
Evaluar patrones semanales, no noches aisladas
Detectar signos de ortosomnia
Priorizar cómo se siente el paciente durante el día, más allá del número
Si el rastreador genera ansiedad, puede ser útil suspender su uso temporalmente y centrarse en la experiencia subjetiva. Los datos deben integrarse en una evaluación clínica completa, no sustituirla.
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