Jóvenes, inteligencia artificial y salud: cada vez más recurren a ChatGPT para resolver dudas médicas
En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser un concepto futurista para convertirse en una herramienta cotidiana. Hoy la utilizamos para resumir textos, traducir idiomas, generar imágenes, planificar viajes o incluso para pedir recomendaciones de ocio. Sin embargo, un fenómeno que está llamando especialmente la atención en el ámbito sanitario es el creciente uso de estas plataformas para realizar consultas médicas.
Según una encuesta reciente realizada en España, casi la mitad de la población ya ha probado alguna forma de IA para resolver dudas o buscar información. Y entre los más jóvenes, el porcentaje es aún mayor: más del 75 % de los usuarios de entre 18 y 24 años reconoce haber utilizado estas herramientas. Pero lo más llamativo es que un número creciente de ellos las emplea para cuestiones relacionadas con la salud, en particular la salud mental.
Este cambio plantea preguntas importantes: ¿qué buscan los jóvenes en la IA que no encuentran en otros canales? ¿Qué riesgos y oportunidades abre esta tendencia? Y, sobre todo, ¿cómo debería reaccionar el sistema sanitario ante este nuevo escenario?
La IA como “primer filtro” de información médica
La encuesta muestra que el 46,2 % de los españoles ha utilizado ChatGPT u otra IA para consultas generales. Pero cuando se analiza el uso específico en salud, aparecen matices interesantes.
- Entre los 18 y 24 años, un 23,3 % declara haber preguntado sobre temas de salud mental.
- En el grupo de 25 a 34 años, la cifra asciende al 34,9 %, convirtiéndose en la franja más activa en este tipo de consultas.
- Incluso en edades más avanzadas, aunque el uso global de la IA es menor, también se detecta interés: por ejemplo, un 31,1 % de los mayores de 65 años que usan IA la emplea para informarse sobre patologías endocrinológicas.
Estos datos sugieren que la IA se está consolidando como un primer filtro de información médica, un espacio donde los usuarios buscan aclarar dudas antes de acudir a un profesional o, en algunos casos, como sustituto de esa consulta.
Salud mental: el tema estrella entre los jóvenes
No sorprende que la salud mental sea la categoría más consultada. La ansiedad, la depresión y otros trastornos emocionales han aumentado en prevalencia en la última década, especialmente entre adolescentes y adultos jóvenes.
La IA ofrece algo que muchos valoran: accesibilidad inmediata, anonimato y ausencia de juicio. Para un joven que siente vergüenza de hablar de sus emociones con familiares o amigos, escribir una pregunta en un chat puede resultar mucho más sencillo que pedir cita con un psicólogo.
Sin embargo, aquí surge un dilema: aunque la IA puede proporcionar información general, no sustituye la evaluación clínica ni el acompañamiento terapéutico. De hecho, la misma encuesta revela que la confianza en las respuestas de la IA es limitada: más de la mitad de los jóvenes entre 18 y 24 años afirma que confía “poco” en lo que recibe, y alrededor de un tercio de los encuestados asegura que no confía “nada”.
Diferencias por sexo y especialidad
El estudio también muestra algunas diferencias de género. Entre quienes usan IA para consultas médicas:
- Un 10,6 % de mujeres busca información sobre enfermedades oncológicas, frente a un 7,4 % de hombres.
- En cambio, un porcentaje mayor de hombres declara no utilizar la IA para temas de salud en absoluto (69,4 % frente al 57,6 % de mujeres).
Esto sugiere que, aunque la brecha de género en el uso global de la IA es pequeña, sí existen matices en las áreas de interés y en la disposición a confiar en estas herramientas.
¿Por qué recurren los jóvenes a la IA en lugar de al médico?
Existen varias razones que explican este fenómeno:
- Accesibilidad inmediata: mientras que conseguir cita con un especialista puede tardar semanas, la IA responde en segundos.
- Anonimato: muchos jóvenes sienten que pueden preguntar sin miedo a ser juzgados.
- Curiosidad tecnológica: la IA despierta interés y se percibe como una herramienta innovadora.
- Falta de recursos en salud mental: la saturación de los servicios públicos y el coste de la atención privada hacen que algunos busquen alternativas.
- Complemento, no sustituto: en muchos casos, los jóvenes no buscan reemplazar al médico, sino obtener información preliminar para llegar mejor preparados a la consulta.
Los riesgos de confiar demasiado en la IA
Aunque la IA puede ser útil como herramienta de divulgación, también entraña riesgos:
- Información inexacta o descontextualizada: la IA no siempre distingue entre síntomas graves y leves, lo que puede generar alarmismo o, por el contrario, una falsa sensación de seguridad.
- Ausencia de personalización: cada paciente es único, y la IA no puede sustituir la exploración clínica ni la historia médica.
- Dependencia tecnológica: algunos usuarios pueden acostumbrarse a consultar todo en línea y retrasar la visita al médico.
- Privacidad y datos: aunque las plataformas aseguran proteger la información, siempre existe preocupación sobre el uso de datos sensibles.
Oportunidades para el sistema sanitario
Lejos de ver la IA como una amenaza, muchos expertos sugieren que podría convertirse en una aliada del sistema sanitario si se integra de forma adecuada:
- Educación en salud: la IA puede ayudar a difundir información fiable y accesible sobre prevención, hábitos saludables y detección temprana.
- Descongestión de consultas: si los pacientes llegan mejor informados, los médicos pueden dedicar más tiempo a la parte clínica y menos a resolver dudas básicas.
- Apoyo en salud mental: aunque no sustituya la terapia, la IA puede servir como herramienta de acompañamiento inicial o de refuerzo entre sesiones.
- Investigación y análisis de tendencias: los patrones de búsqueda en IA pueden ofrecer pistas sobre las preocupaciones de la población y orientar campañas de salud pública.
Un futuro de colaboración, no de sustitución
El auge de la IA en la salud es un hecho imparable. Los jóvenes ya la utilizan, y lo seguirán haciendo. La clave está en educar a la población para que entienda sus límites y en adaptar el sistema sanitario para aprovechar sus ventajas sin poner en riesgo la seguridad del paciente.
En este sentido, los profesionales de la salud tienen un papel fundamental: deben posicionarse como guías que ayudan a interpretar la información obtenida en internet y a diferenciar entre lo útil y lo peligroso.
La IA no es un médico, pero puede ser un puente entre la curiosidad del paciente y la atención profesional. Si se gestiona bien, puede convertirse en una herramienta poderosa para mejorar la alfabetización en salud y acercar la medicina a las nuevas generaciones.
Conclusión
El hecho de que un tercio de los jóvenes de entre 25 y 34 años utilice la IA para consultas de salud mental refleja tanto una necesidad insatisfecha como una oportunidad. Necesidad, porque muestra las carencias en el acceso a la atención psicológica. Oportunidad, porque abre la puerta a nuevas formas de comunicación y educación sanitaria.
La pregunta no es si los jóvenes deben o no usar la IA para temas médicos —ya lo están haciendo—, sino cómo podemos garantizar que esa interacción sea segura, responsable y complementaria a la atención profesional.
El reto está servido: integrar la inteligencia artificial en el ecosistema sanitario sin perder de vista lo esencial, que es la relación humana entre médico y paciente.
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